Las relaciones interpersonales son una de las dimensiones fundamentales de la calidad de vida, primordiales para el desarrollo humano y la satisfacción vital. El proyecto PARTICIPA del Institut Guttmann, que tiene como objetivo identificar las barreras y facilitadores que determinan el día a día de las personas con discapacidad, ha estudiado este factor en una cohorte de más de 2.000 personas con discapacidad de toda España. Los resultados indican que el 15,8% de los encuestados se sienten “aislados de otras personas” y un 17’3% percibe que “las personas están a su alrededor, pero no con él o ella”. Los datos han sido publicados en la Revista Española de Discapacidad.
Algunos de los indicadores que determinan la calidad de las relaciones interpersonales son las relaciones sociales, tener amigos claramente identificados, relaciones familiares, contactos sociales positivos y relaciones de pareja y sexualidad. Todos estos factores se relacionan estrechamente con la promoción de la participación en la sociedad. “Sin embargo, las personas con discapacidad a menudo experimentan barreras sociales, consecuencia de la forma en la que entendemos y tratamos la discapacidad; es decir, de nuestra mirada y actitudes”, expone Blanca Cegarra, investigadora del PARTICIPA y primera autora del artículo. Miradas fijas por parte de desconocidos, bromas sobre la discapacidad, comentarios desagradables o evitación del contacto son algunas de estas barreras sociales, “mucho menos visibles que las arquitectónicas, pero igual de determinantes”, señala Cegarra.
Este tipo de situaciones, apuntan los investigadores, se pueden ver agravadas cuando las personas con discapacidad son también víctimas de discriminación racial o por cuestiones de identidad sexual, por ejemplo. O por el hecho de no tener un cuerpo normativo que se ajuste a un estándar estético determinado. Los participantes del proyecto señalan que las personas más guapas lo tienen “más fácil” en determinadas situaciones; pero en otras la discapacidad se convierte en un hecho “todavía más trágico para las personas que acceden al privilegio de la belleza”, señala el artículo. En este sentido, una voluntaria destaca en el Foro una frase recurrente en su vida: “Pobrecita, con lo guapa que es”.
Discapacitismo estructural
El artículo también aborda el fenómeno del “discapacitismo estructural”, que engloba las barreras que actúan desde el exterior del individuo –como son los lugares inaccesibles– causando una exclusión tanto física somo social de la persona con discapacidad. Alina Ribes, investigadora del PARTICIPA, explica que en el Foro del proyecto, donde los voluntarios/as comparten sus experiencias personales, queda patente que “los espacios no accesibles pueden hacer sentir a la persona con discapacidad que es ‘una carga’. Tener que comprar las entradas para un concierto de manera separada al resto del grupo, entrar al recinto por otro acceso y ver el espectáculo desde un espacio reservado, alejado de los acompañantes, es una forma de discriminación social que aísla”.
Los investigadores defienden que la accesibilidad universal es un derecho, pero también una oportunidad. “La diversidad aporta nuevas miradas y, por lo tanto, mayor creatividad para diseñar espacios de participación que a la larga beneficiarán no solo a las personas con discapacidad, sino a otros colectivos, como personas mayores o familias”, apunta Cegarra.