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Maurizio, 61 años

“El mundo está hecho para personas consideradas normales, pero nosotros también somos normales”, enfatiza Maurizio. Hace 5 años tuvo un ictus y desde entonces se desplaza en sillas de ruedas. Tiene una eléctrica –facilitada por la Seguridad Social– que utiliza cuando sale a la calle solo y otra manual que usa cuando va acompañado, ya que de esta manera es más fácil compaginar su ritmo con el de sus acompañantes.

Para él, las principales barreras son las arquitectónicas. “Aceras no transitables porque alguna persona ha aparcado en ellas, agujeros en el pavimento… y los adoquines, que son muy bonitos de ver pero para nosotros son una mierda”, sentencia. En el otro lado, alaba la accesibilidad de ciertos recintos, como el centro comercial que tiene al lado de casa y por el que se mueve solo sin problemas, o la piscina a la que va a hacer rehabilitación. Por lo que sí aboga es por un aumento de la empatía; esa que hace que la gente se aparte para permitir el paso o que evite actitudes que hagan las personas con discapacidad se sientan “juzgadas”.

Marc Navarro BerenguelMaurizio, 61 años