En España hay más de 145.000 jóvenes con alguna discapacidad de entre 16 y 29 años que quieren conseguir un empleo en igualdad de condiciones que el resto de población. Tener un empleo significa tener independencia económica y poder participar en todos los ámbitos de la vida. Como comenta Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, los jóvenes con discapacidad son conscientes de su potencial para aportar talento a las organizaciones, y añade: “Ya no consideran el empleo como una limosna, sino como un derecho adquirido con el que contribuir a la sociedad con sus capacidades”.
La realidad es que, según una encuesta de Fundación Adecco, si el año pasado, la mitad de los menores de 30 años con discapacidad buscaba un empleo de lo que surgiese, actualmente un 86% quiere trabajar en una posición concreta.
Sin embargo, los jóvenes con discapacidad tienen que abordar un panorama laboral cuesta arriba. La Fundación Once demuestra que tienen que lidiar con una bajísima tasa de empleo (17%) y un nivel de paro insostenible (49%). Además, quienes logran un empleo apenas alcanzan un salario bruto anual de 13.657 euros, hasta casi 7.000 euros menos que la media de las personas con discapacidad de todas las edades (ya de por sí un 16% más bajo que el de los empleados sin discapacidad).
A pesar de las dificultades, el mercado laboral refleja que la inclusión de las personas con discapacidad está teniendo éxito. En 2021, el número de contratos del colectivo aumentó un 24% con respecto al año anterior, según el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Y es precisamente entre los menores de 25 años donde más se ha percibido ese incremento (33%), aunque suman menos de un 8% de la contratación total. Del total de personas contratadas en España en 2021, solo el 2% tenían alguna discapacidad, cuando el colectivo representa más del 6% de la población en edad laboral (de 16 a 64 años). “Estas cifras nos deben hacer reflexionar sobre el camino que queda por recorrer para que las empresas sean realmente un reflejo de la sociedad”, dice Sabina Lobato, directora de formación y empleo de la Fundación Once.
Eliminar el estigma todavía es una batalla abierta, tal y como apunta Maika Hidalgo (educadora social de 24 años): “A menudo se fijan solo en tu grado de discapacidad y ni te llaman para comprobar las limitaciones reales que tienes para desarrollar el trabajo”.
Fuente: El País