La vida de Jana dio un giro de 180 grados en 2017, cuando una caída le provocó una lesión medular. “El hecho de haber vivido antes sin una discapacidad hizo el cambio muy traumático, no solo por el hecho de verme diferente a como era, sino porque de repente vives en un mundo que no te permite hacer lo que hacías antes”, resume.

Explica que antes cogía el transporte público a diario y ahora no puede hacerlo nunca porque no sabe qué se encontrará al llegar a la estación o parada. “Tengo que ir en coche a todos lados, que es más caro y menos sostenible”, se lamenta. En cuanto al mercado laboral, destaca que es muy necesario cambiar la mirada del empleador. “El trabajo es una herramienta empoderadora que te permite progresar y ser independiente, y no puede ser que se nos ofrezcan solo trabajos no cualificados o que se piense en nosotros solo como una opción de contratación ‘barata’. Una vez me ofrecieron un puesto de administrativa, que no es mi especialidad, explicándome que se lo estaban ofreciendo a todas las personas en silla de ruedas que conocían”, denuncia.

Todo ello convierte su día a día en “una carrera de obstáculos”, pero reniega de la etiqueta de “heroína” que le atribuyen frecuentemente: “Lo único que hago es adaptarme al mundo que me he encontrado y que no debería ser así. No soy una superheroína, soy una superviviente”.