Una semana después de las lluvias provocadas por la DANA (con más de 200 muertos y pérdidas materiales incalculables), la Comunidad Valenciana sigue en un estado de emergencia y recuperación. Además de los fallecidos, el temporal arrasó con viviendas, negocios y cultivos, dejando en situación de precariedad a muchas personas. El único consuelo de los sobrevivientes es haber logrado salir con vida.
Montse Alabarta, vecina de Picaña y usuaria de silla de ruedas, vivió momentos de angustia cuando una tromba de agua inundó la planta baja de su vivienda adaptada a sus necesidades de movilidad. Aferrada a su silla, Montse explica cómo el agua alcanzó la altura de la ventana, convirtiendo su hogar en una «prisión» de la que solo pudo escapar gracias a la ayuda de sus hijos. “Si la tromba de agua me llega a pillar sola, me habría puesto a llorar y lo peor es que no habría salido”, comenta Montse.
Diego Caballero, residente de Algemesí y presidente de la Asociación de Esclerosis Múltiple de la zona, también fue otra de las personas “afortunadas”. Debido a su enfermedad, estaba en proceso de mudanza a una vivienda adaptada en una planta baja, pero las lluvias le sorprendieron antes de trasladarse. De haber estado ya en su nuevo hogar, probablemente lo habría perdido todo, confiesa. Aunque el ascensor de su edificio quedó inutilizable por las inundaciones, Diego agradece que, en su actual segunda planta, evitó mayores daños.